Quédate con aquella carrera que trate por igual al primer y al (pen)último corredor

Publicado el junio 30, 2016

Una gran carrera puede fichar a lo más granado de la élite para dar una patina de prestigio y aumentar su visibilidad, puede ofrecerte la camiseta con el diseño más vanguardista, puede entrar en el cebo de los sorteos eternos, puede venderte la moto de las cifras, o engatusarte con la espectacularidad de su marco geográfico. Todo eso siempre vende y venderá. Y bien llevado me parece de lo más positivo, siempre y cuando cumpla con lo básico de un evento atlético: circuito, seguridad, avituallamientos y cronometraje.

Quédate con aquella carrera que trate por igual al primer y al (pen)último corredor

Pero cualquier carrera siempre quedará coja si en el trato al corredor solo tiene en cuenta a una serie de participantes sobre el resto cuando lo que debería primar es saber atender con la misma dedicación a todos sin excepción. Que si has pagado religiosamente tu inscripción tengas los mismos servicios y derechos que cualquier otro que haya llegado delante tuyo. Que sea igual de importante el corredor que alza los brazos y se lleva todos los parabienes de los medios y séquito institucional, el que se queda a las puertas de subirse a algún cajón, el que siempre queda escondido en la tabla de la clasificación y el que su batalla está centrada en que no le barra el coche escoba…

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