La batalla contra el tiempo

Xosé Hermida 20 de julio de 2016

La lucha de los atletas por conquistar marcas imposibles generó otra competición en los Juegos Olímpicos: la tecnológica. A pocas semanas del arranque de la cita en Río 2016, recorremos los hitos que han jalonado el desafío de los relojeros suizos por medir los grandes récords.

La batalla contra el tiempo

Junto a Jesse Owens cuando dejó a Hitler con un palmo de narices en el turbio Berlín de 1936. Enterrado en la arena del estadio de México para corroborar en 1968 que aquel salto alienígena de Bob Beamon hasta los 8,90 metros era real. Encima de la piscina tratando de dirimir el duelo de milímetros entre Michael Phelps y Milorad Cavic hace ocho años en Pekín. En todos esos jalones de la leyenda olímpica, desde un segundo plano, estaba para dar fe del momento el enviado de un relojero suizo.

La lucha de los atletas contra el tiempo empezó siendo cuestión de segundos, descendió luego a una pugna que se decidía por décimas y ha acabado en una batalla microscópica que pende de una centésima. La sucesión de marcas imposibles ha situado el desenlace de muchas competiciones fuera del alcance del ojo humano. Para aclararlo se requiere un sofisticado sistema de cámaras y alertas electrónicas…

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