ENRIQUE VAQUERIZOT La Paz 1 ABR 2019
Un grupo de mujeres aimaras ha subido durante los últimos años a las principales montañas de Bolivia. Convertidas en símbolo de la lucha por la visibilidad e igualdad de las indígenas, acaban de completar su último reto: alcanzar la cumbre del Aconcagua, la más alta de América
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Lidia Huayllas lleva subiendo al Huayna Potosí desde hace más de 25 años. La montaña, situada a 6.088 metros, es una de las más icónicas de Bolivia y posiblemente también la más turística, su ascenso, aunque duro, es asequible para muchos escaladores neófitos. Al menos durante 23 de esos 25 años se quedó a medias. Su escalada acababa invariablemente en Campo Alto, (el campamento situado a 5.100 metros en el que los alpinistas pasan la noche antes de hacer cumbre) porque el cometido de Lidia consistía en cargar con las pertenencias de la expedición, hacer la cena y aguardar el regreso cada mañana de los montañeros para prepararles un reconfortante mate de coca con el que aliviar el cansancio y el mal de altura. Eso era todo…