Quien diga que correr provoca adicción no se equivoca: el ‘subidón’ del ‘runner’ existe

SALOMÉ GARCÍA 7 FEB 2020

Completar un maratón, al menos una carrera de larga distancia, produce una sensación similar a la del cannabis o el opio. Este éxtasis aparece durante y después de la carrera.

Correr agota. Lo sabrás aunque solo hayas apretado el paso para no perder el autobús. Entonces, ¿qué perversa razón lleva a los corredores a sentirse tan felices después de hacer 10 kilómetros? O peor aún, un maratón con sus 42 kilómetros. ¿Por qué demonios sonríen, se achuchan sudorosos y hasta lloran de felicidad al cruzar la meta, si aún llevan el pulso desaforado, tienen ampollas pavorosas y apenas pueden respirar? La respuesta está en el runner’s high, un término anglosajón para denominar el subidón con el que el cuerpo premia una buena ración de trote. Los psicólogos A. Dietrich y W.F. McDaniel lo definen como una serie de cambios en el estado mental inducidos por el ejercicio de larga duración, con síntomas de analgesia, ansiólisis (sedación) y sensación de bienestar. Es decir, paz y felicidad y cero dolor. No se puede pedir más…

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